Dussen, Nieuwendijk y Hank

Hermosas marismas de arena y lodo y remotas islas fluviales se encuentran entre arroyos y bosques de sauces. El Parque Nacional De Biesbosch, situado entre los ríos Boven-Merwede y Amer, es una fuente de inspiración para los amantes de la naturaleza. Las coloridas orillas con salicaria, valeriana blanca o algas amarillas forman un cuadro de cuento de hadas, que se completa con el sutil y dulce aroma que desprende el bálsamo gigante. Los agricultores de los pólderes cultivan heno en sus tierras y parecen salidos de un cuadro.

Cuando recorras esta zona en bicicleta, verás patos, zampullines y fochas flotando en el agua, donde las garzas encuentran su alimento. Las nutrias cazan el mismo pez en la zona del humedal. El buitre y el aguilucho vuelan muy alto y prefieren los ratones de campo o los conejos. Si tienes mucha suerte, también podrás ver una pareja de águilas marinas cazando. Desde las casetas de observación especialmente construidas se pueden observar numerosas aves. El valor natural y recreativo no sólo es enorme, sino que De Biesbosch también tiene una gran importancia social: la zona sirve como depósito de agua donde se prepara agua potable.

Y de repente, en el borde del Parque Nacional De Biesbosch, justo cuando pensaba que no podía ser más hermoso, se levanta Fort Bakkerskil. Como todos los fuertes de la New Dutch Waterline, esta fortaleza también se construyó estratégicamente en un punto débil de la línea de defensa. Este hermoso fuerte fue construido entre 187 y 1880 para proteger a los Papsluis. El fuerte albergó a cientos de soldados en las dos guerras mundiales, pero al final no hubo combates aquí. El complejo no se utiliza con fines militares desde 1951. Hoy el impresionante complejo es un monumento nacional.